Imanol Etxabe

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¿Información sobre Imanol Etxabe?

Efectivamente, eso ha sido una pregunta. ¿Por qué? Pues porque tengo la decencia de permitir al lector que se retire antes de atropellarlo con datos que quizás ni le interesen —como llevo sospechando desde el principio—. Y también para que aquellos que estén interesados vean que quiero hacerles partícipes en este pseudo-coloquio debido a que, aunque bien esta es una información sobre mí, no es un homenaje a mi persona, ni va con dedicatoria especial para "moi". Lo verdaderamente cierto es que esto está dedicado a vosotros, amigos lectores. Sin más vueltas, esto es exclusivo para vosotros ya que si quisiera vanagloriarme me compro un espejo. Y bien saben los que me conocen que no dedico ni siquiera el tiempo que debería a estar delante de un espejo.

Bien, aquí es dónde empezamos —o seguimos, para ser más exactos—. Mi nombre ha sido mencionado de modo que nos lo ahorramos. En cuanto a mi edad... pues lo suficientemente antiguo/viejo —lúcido si lo preferís— como para no jactarme de lo que sé, pueda hacer o deje de poder hacer —entre otras cosas porque no tengo claro del todo si es posible saber lo suficiente sobre algo—. Para aquellos que sean —como yo— de números y ciencias, que buscan una respuesta más precisa, en los archivos de mi memoria recuerdo a mis familiares garantizando que nací en 1987 (16 de Marzo) —su verificación se me antoja harto difícil si todos mis conocidos han conspirado para hacerme creer que soy de esa cosecha. Una buena cosecha, así que no me quejo—. En cualquier caso, si me han estafado será una cosa de año arriba año abajo. ¿Os interesa el lugar de procedencia? Bueno, no creo que sea menester explicar ahora de dónde salen los bebés o cómo sucede tal cosa, pero mi caso no tiene nada de especial, nací en un hospital. Ya estoy viendo venir a esos que buscan la precisión —¡Ay, pero qué daño han hecho las ciencias formales! Esto os lo dedico a vosotros, matemáticos—, pues aquí lo tenéis: de origen donostiarra. Y no le vamos a buscar las cinco patas al gato, aquí no hay mayores dudas ni historias que pudieran ser de interés público.

Más o menos ya me tenéis ubicado. No obstante, no puedo evitar sentir que he desplazado a esa buena gente que son de letras —como yo— al no dedicarles información relativa a mí, pues bien —esto va para todos los amantes de la psicología— vengo a ser, a grosso modo, el hermano mayor de una jauría semi-numerosa, de los cuales tan solo uno es mi hermano de sangre. Ahora no vayáis a pensar que en casa eramos cuarenta, no. Hablo del grupo en el que me desenvuelvo, especialmente cuando éramos más jóvenes y menos temerarios —sobre esto se podría hablar largo y tendido...—, ejercía el papel de centinela y protector.

Para finalizar, y no convertir esto en una biografía encubierta, compartiré con vosotros algunas de mis aficiones y tendencias que terminen de pulir la grotesca idea de ese al que hemos empezado llamando Imanol Etxabe. Gustar me gustan un buen puñado de cosas. Entre ellas algunas parecen poseer un buen grado de reputación como el deporte y otras no tanto como echar unas partidas a la consola —con el despectivo "friki" como apelativo. Otro tema del que se podría hablar sin parar dado que el frikismo es inherente a todas las personas: todo el mundo se apasiona por algo—. Ambas son meros ejemplos del abanico —ni extenso ni paupérrimo— de las actividades por las que me dejo poseer. Como no procede hacer una lista exhaustiva de mis hobbies y cosas con las que detesto perder el tiempo, me centraré en los ejemplos mencionados.

El deporte, el gran adalid de la cultura actual. No hay que estar muy puesto en el tema para comprender el "boom" que está experimentando esta actividad. Moda, sí. Sana, también. Sin embargo el postureo es el reclamo de demasiados practicantes. A mi no me importa esa inclinación de la gente hacia el postureo pero digamos que yo, precisamente, no es que encaje en ese marco. Hago deporte: bici —cuando voy por montaña se considera deporte de riesgo de peligro mortal—, correr —me encanta correr, y sin embargo no me apunto a ninguna carrera popular— y senderismo o montañismo temerario —en pocas palabras, intentamos hacer una ruta sencilla y acabamos haciendo la aventura de nuestra vida el 90% de las veces. Aventuras de pensarse si pedir un rescate con ingredientes fatales como animales salvajes, iglús, estar sin víveres y otras cosas que no deben mencionarse. Aquí el postureo no tiene cabida, primero porque es demasiado auténtico, y segundo porque nunca está planeado—.

En lo relativo a la otra afición mencionada, los vídeo-juegos cumplen dos propósitos muy concretos. En primer lugar, despejar la mente de tribulaciones y, en segundo lugar, incrementa mi inspiración de forma considerable. Esto es realmente útil cuando se escriben novelas.

Cabe destacar como guinda final que en lo que al apartado académico-laboral se refiere —lo laboral bastante variada, toda una macedonia de curros: he tenido trabajos buenos y malos, he sido peón, menos que peón y ocasionalmente jefe de alguien o algo. Incluso he participado en proyectos de emprendizaje innovadores— todo indica que he sido un tramposo puesto que he jugado con todos los palos de la baraja y no me he descartado de ninguna. Me van las ciencias y por ello he coqueteado y me he revolcado con la informática y temas como la Inteligencia Artificial. Le he echado los tejos a ciencias más sociales como la infastuosa y célebre ADE —está muy extendida la creencia de que los estudios en administración y dirección de empresa son para los que no tienen claro qué hacer. Razón no creo que les falte pero ese no fue mi caso. Yo entré con un objetivo más que definido que la convertía en la elegida y no me era válida ninguna otra opción—. Por último está mi queridísima filosofía, a la que dedico escritos de profundas reflexiones que, tal vez, algún día vean la luz.

Y hablando de ver la luz, una de mis pasiones: la de crear, articular y relatar historias, es a su vez una disciplina de aprendizaje y —si el público me tiene en consideración para ello— una forma de ejercicio laboral —probablemente complementario—. Son las historias las que nos llenan, motivan e inspiran. A veces las empleamos para olvidar y explayarnos; otras veces para aprender. Sea cual sea el motivo, nos gustan las historias y por suerte podemos encontrarlas en muchas formas y en todo momento. Parte de toda esa experiencia es la que pretendo transmitir con mis novelas. Si realmente queréis saber más sobre ese ente al que apodamos Imanol Etxabe es mejor que leáis las entradas de mi blog (escritor de blog busca lápiz) y, si os sentís con ganas, dedicadle un tiempo a las obras literarias.